Conozco bien el peso de los malos recuerdos.

- Lo curioso es despertarse y que sea doloroso, mirar el reloj y calcular el número de horas que faltan para volver a tumbarte  y de nuevo despertarte para sentir el mismo ardor.
- Me dieron unas cartas que no supe jugar y ahora lo estoy pagando con creces. Lo triste es que cuando lo pierdes todo no hay nada que decir, por eso ahora cuesta tanto escribir. Me levanto todos los días buscando algo en lo que posar la mente y acabo lavándome la cara con la misma angustia de saber que desperdicio un día más y tengo un día menos para arrepentirme.
- Los últimos meses salir a la calle era solo para sentirme menos inútil, comer para llenar un vacío y dormir para matar las horas más rápido, aunque las alas se cosan más al suelo cuando despierto.
- Posiblemente un día todo cambie para bien, aunque es algo que llevo diciendo desde que tengo once años y la vi marchar por esa puerta. Desde entonces este corazón bombea como una lata de calle para jugar al fútbol, y con la única misión de que me llegue bien la sangre al cerebro para tener el sentido común de decir que me duele. 
- Hace tiempo que abrir la puerta de casa es una bocanada de aire frío aunque fuera haga cuarenta grados, pero la lucha es interna y aquí dentro hace mucho que dejó de salir el Sol. Si me miras detenidamente a los ojos acabas por ver lo que hay al otro lado y posiblemente sea yo en la acera un día de enero con el alma al suelo.

- A partir de ahí no recuerdo mucho más que mis días de mañana, tarde y noche autoconvenciéndome de que la vida sigue "que tan solo se detiene para quienes se están despidiendo", y años después pude entender .. 

que  si a mí se me partió el alma y luego el reloj, fue porque me separé de media vida cuando la vi machar. 

Siento escribir de media vida en media vida. El tiempo que hay entre entrada y entrada es un desperdicio y me da hasta pena plasmarlo. Pero os sigo leyendo.

Suerte.


Me frustro aquí: https://twitter.com/#!/miss_orgullo